Viaje audiovisual que a través de secuencias de imágenes y planos detallados con cámara en mano acompañados de juegos sonoros evocan a la soledad. Los protagonistas descubren una luna intermitente y temblorosa, pero también voces vegetales y animales. Es un cortometraje que habla de la extrañeza de la percepción y de cómo transcurre el tiempo infantil en el reconocimiento del otro y de uno mismo.