Después de cuatros años sin visitar su tierra, Orangel regresa para registrar los lugares de sus recuerdos; la casa de sus abuelos, la de su tía abuela fallecida, la de su mejor amiga de la infancia y la bahía. Lo que no es precario, está deshabitado o roto, como sus fotos de la infancia y la de su madre fallecida, objetos que se lleva consigo.