Bob Peters no sabia lo que era hacerse cargo de una casa hasta que el destino quiso que mientras él se quedaba sin trabajo, su mujer lo encontrara. Las formas cambiaron, y aquello que empezó como un juego pudo terminar en auténtico drama familiar. Para un varonil entrenador de rugby resulto mas descansado enfrentarse a sus jugadores que a una legión de cacharros amontonados en el fregadero. Después de 68 días de desesperada lucha con las sartenes la crispación empieza a hacer mella en el matrimonio. Bob Peters, el entrenador de rugby no había nacido para llevar delantal.
