Gravity narra un día típico de una persona normal y corriente. Un tipo X, en realidad. Nos encontramos en un mundo distópico, pero muy parecido al nuestro: poblado de bailarinas, cepillos y pasta de dientes, cigarrillos, relojes y, ¡hasta gatos! La gran diferencia, sin embargo, es que aquí la gravedad funciona al revés. Básicamente, los objetos que tienen libertad de movimiento no caen al suelo, sino que se lanzan al cielo y, aparentemente, ni a la protagonista ni a nadie le importa dónde terminan.